Mi gusto es... (o la otra mirada)

BASURA

Miguel Ángel Avilés Castro /    2025-07-31
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En el respectivo barrio o colonia de una ciudad, les apuesto que cada uno de nosotros tenemos, a unos metros de nuestra respectivas casas, un punto en el cual colocamos la basura para que llegue el carro de servicios públicos y se la lleve.

Esta irá a parar a tiraderos a cielo abierto, o sea los llamados sitios de disposición final de residuos sólidos que, planeados o no técnicamente, lo conocemos como basureros.

Habrá más de uno que no cumplen con un manejo adecuado de residuos o sí, pero mientras alguien lo averigua o se impulsa una severa iniciativa en el cabildo que lo regule o se alza una insurgencia ciudadana para que se ponga la basura en su lugar, lo cierto es que esta se sigue generando y hay que hacer algo con ella.

Si nos ponemos muy teóricos ,diremos que la utilización de la basura se refiere a cómo gestionamos los residuos que acumulados a diario o a la semana o de aquí al martes o viernes que pase el carro.

Esos días no evitaremos los corajes con esos miembros de la vecindad, de la cerrada, del fraccionamiento, de la invasión, de la periferia o el más caro concepto habitacional, que no se sujetan a las reglas y uno o dos dias antes, van y dejan sus bolsas o las cajas de pizza o las bolas de pañales o un pedazo de un colchón orinado o un espejo roto, y no el día que la unidad recolectora vendrá para llevárselo a su destino final.

Pero bueno, no hay mal que por bien no venga, ya que, sin darse cuenta - me asombraria si es intencional - esos emuladores del Ecoloco, contribuyen a la economía familiar pues, muy tempranito, antes de que nadie llegue y toque ese montículo de chacharas, bajan de tal cual domicilio alguna gente que, sin empleo y/o en pobreza extrema o sintiéndose gambusinos urbanos de lo que pueda serles útiles, buscan entre las bolsas, el recipiente o la prenda que fue desechada por alguien tantito más pudiente y no regresan a su casa con las manos vacías.

Es el pueblo bueno y sabio que mitiga su pobreza con basura del bienestar, antes que vengan por ella, sin distingos, y se la lleven para que allá en el basurón también lleguen más necesitados en busca de algo útil.

Con otro propósito, aunque supondré que no menos importante, hay quien se acerca a la basura, buscando minimizar su impacto ambiental y maximizar su aprovechamiento. 

Esto, según leo, incluye la reducción, reutilización, reciclaje, y la correcta disposición final de los residuos. 

Que bonitos.

En contraste, existen lo que, encabezando en diferentes años a los líderes pepenadores de la ciudad de México, terminan por ser lo mismo que eso de lo que vivieron, una basura, y acabaron ya sea muerto - como el padre a quien su propia esposa le quitó la vida - o en prisión como el hijo, ambos casi haciendo lo mismo.

Me refiero a los que alguna vez empezaron liderando a los pepenadores y terminaron como  líderes del Partido Revolucionario Institucional, ese que con el apodo del “Rey de la basura” se hizo presente en la agenda pública desde décadas atrás por cometer casos de violencia, abuso de poder, proxenetismo y corrupción.

¡Cuánta Basura!

Hablo de Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, ex líder del PRI y actualmente imputado por encabezar una red de prostitución en el partido, hijo de Rafael Gutiérrez Moreno, quien se ganó ese título tras liderar por casi 20 años a más de 5 mil pepenadores (trabajadores de la basura) quienes laboraban para él con salarios miserables durante los años 70 y 80 en el Distrito Federal, hoy Ciudad de México.

Otros partícipes en el tema de la basura, son los animales y su intervención es diversa, para bien o para mal ya que así como pueden ser causa o efecto de enfermedades, aparte pueden sufrir las de Caín, atrapados en bultos y bultos de restos o desperdicios o por haberse tragado un objeto nada saludable, como pueden ser unos envoltorios de chocolate, un cartel del Partido Verde, o un camiseta del Cruz Azul.

Esto puede que sea inevitable ya que acaso dos o tres dueños podrán gritarle a su mascota para que deje de escudriñar en la inmundicia pero algunas harán caso y otras no, ya que se hacen las desentidas o suelen madrugar y hacen de aquello un escenario como si hubieran ejecutado un cateo y si acaso pudo haber un testigo, esta fue tan solo la madrugada, el amanecer, el canto de un gallo o el frío.

Ya sabrán: si cuesta trabajo apaciguarlas y lograr que no dejen los recipientes de basura patas pa arriba, no me imagino como le hariamos cuando, logrando ser por fin un país de primer mundo, nos da por impulsar el programa de contar con botes para la basura orgánica y otra para la inorgánica.

Me temo que ni con la ayuda de César Millán, lograriamos disciplinarlos para que nuestra mascotas sepan distinguir entre estos tipos de basura y alcancemos un mundo más sano.

Para fortuna, así como hay nubarrones en este tema, hay también espacios de oportunidades y uno de ellos está en el campo investigativo ya que, aunque ustedes no lo crean, en algunos centros de estudios, la basura es un buen aliciente para encaminar una tesis o una interminable razón para mantener la beca.

Algunas resultan grandes ‘tesis’, otras se vuelven una basura.

Como vemos, la basura y la palabra misma, tiene múltiples usos y supondré que mas delante se irán encontrando otros.

Tengo un amigo que esta expresión la utiliza como un comodín para describir lo que se le hace malo o de nula calidad: “ese libro es una basura”, “Me pareció una basura esa película” y para referirse a una persona nefasta la califica así: “es una basura”.

Basura también se llamó un grupo español de punk procedente del País Vasco, surgido en Rentería a principios de los años 80 y un nombre parecido tiene o tuvo una Orquesta de la Ciudad de México que crea música utilizando instrumentos hechos con materiales reciclados y objetos cotidianos.

Puede que mi amigo no sea políticamente correcto o ese adjetivo -sustantivo se escuché fuerte pero en algunos casos, no le falta razón. 

Y es que, por mas que tratamos de respetar a nuestros semejantes no falta quien se extralimite en eso de ser irrespetuosos, o hipócritas o indolentes o cretinos o desleales o de falso discurso o violentos o crueles, o insensatos o papanatas.

Respecto de ellos o ellas, ni perdón ni olvido porque son ni más ni menos tal como mi amigo el poeta los llama:

¡Una basura!

Punto.

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