Javier Lamarque y el Síndrome de Poncho Gutiérrez
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La semana antepasada, Poncho Gutiérrez y Natalia Torres sostuvieron un breve pero acalorado debate en vivo, durante una transmisión del programa de Torres.
Poncho y Natalia son dos comunicadores abiertamente sesgados en sus contenidos; uno en favor de la 4T, la otra en contra.
Básicamente, Natalia (voy sabiendo quién es, la verdad) le dijo a Poncho (con muchísima más audiencia y más sesgo político) que era un chayotero, a lo que este reaccionó con un desplante de ira, levantándose de la mesa y abandonando el estudio, dejando en Natalia una sonrisa que celebraba el enojo de “la princesa”, como llamó a su colega.
El episodio tuvo una secuela en la red social X, donde en sus cuentas ambos adelantaron que continuarían el debate, pero la sorpresiva confrontación tuvo consecuencias que lo frenaron.
Comunicadores y usuarios de redes sociales se posicionaron inmediatamente, unos condenando la virulencia de la narrativa de la derecha (Natalia); otros aplaudiendo su valentía por exhibir la cobardía de Poncho, que suele ser muy ácido en sus críticas pero que esa vez salió con la cola entre las patas.
La cosa no pararía ahí. Horas más tardes, ambos salieron con una explicación que quiso componer las cosas pero en realidad las enredó más. Dijeron que todo se había tratado de un ‘experimento social’ para medir las reacciones de las audiencias, y lo único que consiguieron es que quienes habían salido en defensa de cada uno de ellos los tildaran de mentirosos, manipuladores, hipócritas y poco serios como comunicadores.
¿Pero a qué viene -se preguntará el sesgado lector, la ecuánime lectora- esta remembranza de tan deplorable episodio?
Pues a que el ‘síndrome Poncho Gutiérrez’ parece haber llegado a Sonora por donde menos se esperaba.
Les cuento: el sábado pasado hubo un encuentro de morenistas en San Luis Río Colorado, orientado fundamentalmente a jóvenes, en el que la senadora Lorenia Valles y el alcalde de Cajeme, Javier Lamarque compartirían sus experiencias en sus respectivas responsabilidades públicas y obviamente emitirían mensajes reivindicativos sobre el movimiento al que pertenecen.
El evento es relevante porque fue interpretado como el arranque “formal”, si es que cabe la palabra, de sus precampañas como aspirantes a la candidatura al gobierno del estado. Entrecomillo la palabra “formal” porque ambos, desde hace meses vienen trabajando esa ruta a través de eventos, declaraciones y apariciones en diversos medios. El encuentro en San Luis Río Colorado fue distinto porque en SLRC aparecieron solo ellos dos, ya sin la presencia de otro aspirante que formaba parte de una terna que al parecer ya no es tal, el senador Heriberto Aguilar, que esta vez no fue invitado.
Lo notable del caso es que no fueron los mensajes de los protagonistas centrales de este evento los que ‘rompieron las redes’, sino una entrevista banquetera al alcalde cajemense al término del mismo, en el que todo parece indicar, los colegas periodistas agarraron a Lamarque en sus cinco segundos de divagación ultraterrena, y confundió al delegado de Gobernación, Ricardo Lugo, a quien abrazó en ese momento, con el alcalde sanluisino Iván Sandoval, de quien, queriendo recomponer el desbarre, destacó el trabajo extraordinario que “está haciendo aquí en Caborca”… perdón, San Luis…
El episodio no hubiera pasado de una simpática anécdota, si no fuera porque el contexto en el que se da es el de una contienda interna de facto, donde los reagrupamientos políticos están a la orden del día en Morena y no faltan quienes aprovechan cualquier cosa para sumar puntos a una y restárselos al otro o viceversa.
Así que las redes fueron el campo donde se viralizó el video y las críticas fueron en todos los tonos, algunas bastante rudas cuestionando, primero, el adelantamiento de las precampañas y más allá, las capacidades intelectuales del alcalde que no reconoce a sus compañeros de partido y ni siquiera puede ubicar el municipio en el que se encuentra. Llegaron incluso a cuestionar la edad de Javier Lamarque, que llegaría a la contienda 2027 con 72 años y quizás con achaques propios del ineluctable paso del tiempo.
Aparentemente el asunto no era para tanto, pero en el equipo del alcalde cajemense no lo consideraron así. Quizá sintieron que las críticas subieron demasiado de tono, que la ‘carrilla’ estaba bordeando los caminos de la avaluación de su desempeño, y consideraron necesario hacerlo salir con un video de control de daños, explicando lo que sucedió.
Así lo hizo. Con un fondo en el que aparece el mapa de Sonora como para subrayar que sus intenciones rebasan el fundo legal del municipio, Lamarque tomó en tono jocoso el asunto.
Transcribo, en aras de la objetividad, lo que dijo: “Si se refieren al incidente que me pasó en San Luis, la verdad me dijeron, me aconsejaron, di algo que se escuche, que suene, que se comente, y la verdad creo que se me pasó la mano” -aquí deberían entrar risas grabadas, pero en su lugar, el alcalde decidió retomar el tono institucional-, y agregó: “Pero no, ya hablando en serio, la verdad es que algo así no borra una trayectoria de vida, así que seguiremos avanzando, seguiremos trabajando y les mando un saludo y un abrazo”.
Como el Poncho Gutiérrez, Lamarque pensó que era buena idea trivializar el asunto revelando que el foro en San Luis RC tendría que ser aprovechado -según sus consejeros- para “decir algo que suene, que se escuche, que se comente”, admitiendo lo que de todos modos es sabido: está en precampaña fuera de los tiempos legales. Están, hay que decirlo, porque la senadora Lorenia Valles anda en esa misma empresa.
O sea, como diría el Poncho, el desbarre no era en serio, sino solo un experimento social para medir reacciones, nomás que se le pasó la mano, porque sí hubo quienes se lo tomaron en serio.
Y es que ya en serio, el asunto de la adelantadísima precampaña por la gubernatura en Morena es, aunque suene redundante, serio. Está bien que los momios favorezcan ampliamente la marca y con ello, al candidato o candidata que postule. Pero de allí a trivializar las divagaciones, el desenfoque o la poca atención en alguien que aspira a la gubernatura, hay un buen trecho.
Estos apuntes van con la mejor de las intenciones, porque claramente Javier y Lorenia van a tener, en adelante, no uno ni dos ni tres eventos de este tipo, sino decenas al menos en los próximos meses. Y en ellos están obligados a mostrar temple, capacidad, inteligencia, visión, propuestas y sobre todo, algo clave en esta etapa, un manejo de la comunicación que pondere la contextura política, las cualidades que los conviertan en opción para desempeñar responsabilidades tan serias como las de llevar las riendas del estado.
Los comunicadores Poncho y Natalia pueden jugar a la comedia y al ‘experimento social’ como salida ‘chistosa’ a sus desbarres. Quien aspire a la gubernatura no. O al menos eso creo, no sé usted, comediante lector, chistosita lectora.
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